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Camisa o blusa: el poder de una elección.

¿Dónde termina la camisa y empieza la blusa? Aunque en español usamos ambos términos de forma casi intercambiable, lo cierto es que detrás de estas dos prendas hay todo un universo de historia, técnica y significado.

Más allá de un simple asunto de moda, elegir entre una blusa o una camisa puede ser un gesto de estilo, pero también de identidad. Porque, aunque ambas puedan coincidir en una pasarela, la camisa habla de estructura y precisión; la blusa, de fluidez y expresión.


La técnica lo dice todo.

La camisa proviene del rigor de la sastrería masculina. Se reconoce por su corte definido, su botonadura específica (a la izquierda en las de mujer, a la derecha en las de hombre) y por su construcción firme: canesú, puños, cuello, mangas largas… elementos que nacieron para hablar de orden y jerarquía.

En cambio, la blusa, históricamente vinculada a lo femenino y decorativo, ha aceptado desde siempre más libertad de formas, tejidos y escotes. La lazada, el volumen, los tejidos livianos y los acabados románticos son sus señas de identidad. La blusa no se impone, sugiere.


Una historia de estilo (y de poder).

La camisa blanca ha sido una constante en los armarios más influyentes del siglo XX. Lord Snowdon decía que era “la prenda más fotogénica”, y John F. Kennedy la convirtió en símbolo de distinción al llevarla siempre con chaqueta y corbata. Más tarde, Inès de la Fressange la reinterpretó sin ataduras: abierta y con pantalón blanco. Gwyneth Paltrow la convirtió en prenda estrella del street style. Así, la camisa cruzó de la aristocracia a la calle, del poder al estilo relajado.

La “gran camisa azul” hoy reclama su lugar como ícono unisex, desafiando géneros y códigos.


La blusa, por su parte, guarda un relato más íntimo y combativo. Su nombre original en francés, blouson, significa literalmente "prenda de trabajo". Durante la Revolución francesa, las mujeres del pueblo la llevaron como símbolo de libertad. En los siglos XIX y XX, se asoció al feminismo emergente y al deseo de dejar atrás el corsé. De hecho, Saint Laurent la reivindicó en los 70 con su emblemática blusa con lazada, inspirada en las que llevaba la amante de Luis XIV, Madame de La Vallière. Una mezcla de feminidad, poder y provocación.


Más que estilo: ética y estética.

Lo que diferencia a estas dos prendas no es solo la costura, sino lo que evocan.

  • La camisa habla de disciplina, estructura, neutralidad y control. Ideal si quieres marcar una distancia sutil o proyectar seguridad.

  • La blusa expresa creatividad, feminidad, libertad y detalle. Perfecta para momentos en los que quieres conectar, sugerir o inspirar.

Y aunque hoy ambas se cruzan y combinan con libertad, cada una conserva su lenguaje. Llevar una u otra es entablar una conversación con el mundo… y contigo misma.



La moda es memoria, mensaje y proyección. La camisa y la blusa nos recuerdan que cada decisión de estilo es también una declaración de intención. Una habla desde la norma, la otra desde la excepción. Y tú puedes usarlas como mejor cuenten tu historia.

Entonces… ¿qué quieres contar hoy?

 
 
 

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